Noventa y nueve variaciones, noventa y nueve posibilidades de que cualquier adicción nos conquiste, pues un deseo en apariencia trivial se puede transformar en dependencia con más facilidad de la que creemos.
A través de ellas, la autora echa una mirada entre irónica y triste –la soledad es la compañera fiel de la mayoría de los personajes– a un hecho muy generalizado del que na-die está exento, al tiempo que recuerda al magistral Raymond Queneau y sus “Ejercicios de estilo”