«Después de bailar y comer se iban a la mar a nadar, y ellas mejor que ellos, y todos juntos se regocijaban y de allí se venía cada cual a recoger a sus moradas: Linda vida si no se los llevara el Diablo: Hubo en ellos grandiosos nadadores que aventajaba el menor a el mejor español, porque presumían ser buzos de debajo del agua.
Tenían las casas de las doncellas recogidas que estas no salían a parte ninguna, salvo a bañarse, y habían de ir solas, y había día diputado para eso, y así sabiéndolo o no, tenía pena de la vida el hombre que fue a verlas o encontrarlas y hablarlas Maguas o Maguadas, y los españoles Marimaguadas, que siempre controvertieron el nombre de las cosas y despreciaron sus vocablos y cuando se reparó para rastrearles sus costumbres por mas extenso, no hubo quien diera razón de ello».