Aunque esta novela se desarrolla a ambos lados del Océano Atlántico, se circunscribe al amplio territorio del corazón, del ser humano. El deseo de venganza corroe y va envenenando a todo aquel que lo experimenta y el narrador nos lo muestra sin paliativos, a través de la acción de los protagonistas y muy especialmente en las decisiones del coronel César García, que aprende a convivir con el crimen y el asesinato, con el mal. La corrupción y la violencia son cotidianas y generalizadas en algunos lugares; no sólo en los márgenes de la sociedad, sino también en las instituciones públicas y entre los hombres que tendrían que proteger al ciudadano. El doctor Julio, en cambio, encarna el bien, el deseo de luchar por todo lo que la vida y nuestros semejantes tienen de valioso. Es un hombre normal, un profesional decente.
Ángel Nazco utiliza una prosa directa, sencilla, para introducirnos en una compleja trama no exenta de crudeza; sus personajes oscilan entre lo maquiavélico y lo generoso con independencia del lugar que ocupan en la sociedad. Las situaciones que describe este autor nos obligan a plantearnos la importancia de la moral en la conducta propia y ajena.