El tratamiento lírico e intimista que caracteriza la poesía de Guillermo Perera domina a lo épico, incluso cuando aborda los temas históricos de la Conquista. Por esta razón, es el episodio más lírico de Viana el elegido por Perera para su romance «La princesa Dácil» (1896), uno de los poemas de esta antología, con el que el autor ganó el certamen convocado por La Económica con motivo del cuarto centenario de la Conquista.
Se aprecia en los poemas de Perera una representación detallada de los elementos bucólicos del paisaje de la Vega lagunera, ajena a los toques realistas propios de Zerolo o Tabares. Y como culmen de ese lirismo, su poesía amorosa expresa una desusada intensidad. Gracias a estas composiciones apasionadas, en las que canta al amor no correspondido, Mª Rosa Alonso, Joaquín Artiles y Sebastián Padrón Acosta coinciden en calificarlo como el mejor poeta becqueriano de Canarias, pues consideran sus poesías auténticas «rimas».