Este libro no es para leer. Es un libro para conversar, para dialogar en una de esas conversaciones de bar donde no había Wi-Fi, y se podía hablar. Hablen, que no hay Wi-Fi reflexiona sobre aspectos cotidianos que no sabemos ver, la sociedad de lo inmediato nos mantiene ciegos, sordos y mudos ante un ritmo de vida que no nos deja ser lo que somos pero sí mostrar lo que parecemos.Siéntate, ponte cómodo/a, que nos espera una larga conversación donde por fin se dice mucho y se habla de todo. Nadie escucha, nadie habla, todo es rápido, todo es ¡ya!. Conóceme, léeme y escúchame, aprovechemos que en estas páginas no hay Wi-Fi, y se puede hablar.