El cristianismo y la fe de Dios es para la humanidad, un abanico de inquietudes que se nos presentan cada día, y saber diferenciarlas no depende de mí, ni de aquel, sino de ti.
Es conveniente tener la realidad de la conversión con Dios para que nuestro encuentro con él se propague como una reflexión personal. Dios entrar en nuestras vidas, y penetra en nuestras almas, y será nuestro mayor consuelo. Saber diferenciar si existe ese Dios que anhelamos, y no solo consiste en recordarlo en momentos curvos, y olvidarlo en los momentos llanos, no podemos controlar lo que lleva cada uno en su interior, pero de nosotros depende a quien llevamos en el nuestro.
El hombre no crea la vida, sino la trasmite. Nuestras vidas es como cuando metemos las manos en el mar y la sacamos, se nos escapa esa mísera agua entre los dedos, y ese es el periodo de tiempo que se nos va agotando de ella, sin embargo, la vida del Dios que les hablo, el que conocemos, es un Dios providente, un Dios que actúa, y esa es la otra parte del mar que sigue en él.