En los últimos años, se tiende a presentar a Estévanez como uno de los precursores del primer nacionalismo canario, corriente ideológica de carácter emancipadora inspirada en los movimientos de liberación latinoamericanos. Estévanez, es considerado hoy por la propaganda cultural de Coalición Canaria, como precursor de ese nacionalismo, aunque no apoyara nunca el nacionalismo burgués, ideología dominante en Europa y España durante la expansión imperialista del siglo XIX. En el caso de Cuba, Estévanez defendió su emancipación, mediante la realización de un plebiscito en aplicación del derecho de autodeterminación, pero su mayor aportación a las señas de identidad del nacionalismo es el Canto VII de su poema «Canarias», la alegoría del almendro, símbolo de una patria que Estévanez considera es “la impalpable sombra” del árbol mítico que cobija a todos los isleños. También aporta Estévanez otras ideas, comunes a su coetáneo Secundino Delgado: el ensalzamiento del aborigen canario, tan común al romanticismo de la época, la unidad del Archipiélago como región diferenciada y la africanidad de las Islas. Pero Estévanez no fue nunca independentista, en ningún momento de su vida. En esencia, como tantos hombres de su tiempo, fue un republicano federal, un hombre que creía en un destino diferente para España, a la que la monarquía tradicional solamente podía traer desastres.