Decía Anais Nin que la carne contra la carne produce un perfume, pero el roce de las palabras no engendra sino sufrimiento y división. Esta novela es la prueba palpable. Una profética visión del mundo a través de la mirada de una mujer, Alex Stibrings, atrapada en las incógnitas que desprende el eco de un guerrero de bronce que repite un viejo sueño de esculturas en las calles de Santa Cruz. Frente a ella, el inspector Carles Pedregal asumirá la investigación del robo de una de las obras emblemáticas de Henry Moore como un órdago al sistema policial.
Las grandes mujeres y las grandes gestas nunca han poblado con sus fantasmas las calles de Santa Cruz. Javier Hernández Velázquez, un referente de la novela negra hecha en Canarias, tiñe de negro y rojo la memoria y nos sumerge, cuarenta años después, en un tiempo eterno de silencio, olvido y estatuas consagradas a los mitos. Es posible que puedas respirar leyendo El Sueño de Goslar, la cuestión es a qué sabrá la sangre en tu boca.