Estilo sencillo y directo, tono urbano e intimista, sinceridad desparasitada. Voces en primera persona que buscan en la basura familiar («Arroz con salchichas»); que se enfrentan a su propia muerte con profesionalidad («El recogedor de cadáveres»); o que se reconocen indefensas ante la locura: «Cómo llegué a ese estado ni yo mismo lo sé. Supongo que lo único que separa a un loco de un cuerdo es el asesinato, y aunque esta teoría no la tengo del todo definida, se podría decir que algo loco, por tanto, estoy» («Duerme mi amor, duerme»). Conjunto de relatos orientados a abrir un hueco en el mundo cotidiano. Ensalada de Canónigos lista para tomar con un chorrito de vinagre balsámico.