50 años entre pendículas y encachados

Hace demasiados años que decidí estudiar Arquitectura y algunos menos que tuve la alegría de terminar la carrera, con la ilusión de empezar a trabajar en este apasionante oficio.
En él llevo ya más de cincuenta años y trato de seguir, con el mismo entusiasmo, aunque con menos fuerzas. En tan larga andadura creo haber vivido casi todas las vicisitudes que la construcción nos ha venido deparando.
Contarlas –algunas de ellas y de manera resumida–, ha resultado ser un ejercicio entretenido y transmitirlas a los muchos amigos y compañeros que, de una manera u otra, trabajan en este oficio, sean jóvenes o mayores, una satisfacción, con un sencillo propósito divulgativo y, a la postre, con un sentimiento nostálgico.