Lector, acabas de coger en tus manos un libro escrito por un joven autor que, a pesar de su juventud o precisamente por el entusiasmo y la pasión que caracterizan a esta etapa, ha sido muy capaz de plasmar la sabiduría, la gracia y la calidad de las antiguas obras literarias en esta ópera prima. Se trata de dos piezas teatrales cultas, frescas y amenas escritas con exquisita fluidez y con un ritmo que trae a nuestra nariz el aroma de los tiempos míticos, cuando, embrujados por las palabras, nos concentrábamos en la degustación de ese placer difícilmente superable que consiste en usar nuestra inteligencia. Pues aún es posible disfrutar de nuestra imaginación con el muy noble arte de la lectura en lugar de tragar la mediocridad de las imágenes ubicuas y torpemente prescritas por la incultura dominante.