Las confesiones del protagonista de este relato, con un marcado tono autobiográfico, retratan y reviven una época y una ciudad. El personaje central, Simeón, transita por los vericuetos del Santa Cruz de los años sesenta y setenta desde que es un niño hasta el final de su juventud. En este juego de imaginación y memoria veremos desfilar costumbres y maneras de la burguesía local; aspectos de la educación de ese momento histórico, marcado por el franquismo y la religión católica; lugares emblemáticos de los bajos fondos de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, como la calle Miraflores, o La viña del loro. Podremos asistir a las salas de baile popular que se habilitaban en los Carnavales como la Sala Iberia, el Parque Recreativo o el Teatro Guimerá, recuperando la frescura y la picaresca de esos años no tan lejanos.
El protagonista, en su deambular por la vida, llegará hasta Barcelona: con él recorreremos también las calles y lugares mágicos de esa hermosa ciudad.
Estas confesiones, ricas en lucidez y ternura, tienen a veces un desencanto y un poso amargo que no nos impiden disfrutar del universo emotivo de Tito Hardisson.