En Acaso la luz, su cuarto poemario, Amparo Álvarez Reguero (Alma) retoma el diálogo entre el yo y la Naturaleza, a la vez conciencia y supraconciencia del destino. La conexión profunda con el cosmos y la física del mundo natural retornan al ser a su centro. La poeta busca la huella del espíritu en toda acción y circunstancia, y su paso que alumbra la belleza oculta. Una irreductible voz libertaria se eleva asimismo en estos versos, reclamando un espacio y una experiencia que nada ni nadie debe amenazar. La poeta se dirige, finalmente, a las víctimas inocentes de las guerras, a los niños que mueren en los desiertos y a la imperante necesidad de paz que finalice los conflictos en África y en Oriente. Las sombras, como las Parcas, siempre nos rondan, mas, al final, la luz que es la poesía, las ahuyenta.