Lucía aborda su propia madurez ayudada por la presencia inevitable de una niña que no es otra que ella misma, en un trasunto del tiempo se analiza el mundo y los cambios desde los ojos de la niña y de la mujer, tiene que despedirse de la juventud y dejar marchar a la niña. Un suceso inesperado le permite ese tránsito ineludible y le abre caminos allí donde parecía que no había nada.