En esta novela, merodeadores son los que no encuentran cómo permanecer en sí mismos. Sin meta precisa, faltos de sosiego, rondan las orillas de la realidad cotidiana, ese límite a otra clase de mundo. Pero, como equilibrio del conjunto, como contrapunto vital, otros humanos de esta historia buscan la duración, son poseídos por el entusiasmo y el amor, por el deseo de estar presentes en las tareas de la vida.
Personajes, unos sencillos y otros extravagantes, viven en el mismo edificio de una ciudad costera. Durante un tiempo, estarán pendientes de un suceso problemático cuya solución parece eliminar la casualidad. Pues, ¿conocemos las últimas leyes que rigen lo real? ¿Cuánto de fortuito y cuánto de propiciado hay en los hechos? La búsqueda de otras explicaciones ocupa a los que no aceptan una respuesta convencional.