Tenerife, dentro de su variada y muy peculiar geografía, tiene en Anaga su rincón ambiental más interesante, en el que se asientan unos veinte caseríos de vecinos, felices y orgullosos de vivir en ese entorno.
Rosa e Isidro nacieron y vivieron con sus respectivas familias en Los Batanes y en Las Carboneras, hasta que se conocieron en una de sus muchas fiestas patronales, a partir de cuyo momento prolongaron su relación recorriendo los idílicos senderos que ese Parque Rural –hoy ya casi Reserva de la Biosfera– ofrece a cualquiera que quiera adentrarse en él.
Así fueron culminando su unión, siempre en torno a sus acogedoras familias, en un deseo de perpetuar sus vidas en aquellos parajes, que acabaron descubriendo, como así también sus entrañables costumbres, historias, tradiciones... y hasta sus arcanos.