Los personajes de esta novela se mueven en un ámbito marcado por la precariedad, pero también por unas pocas certezas y la oportuna resistencia de su juventud.
Ayuda a sostener sus vidas la columna de la amistad, que aquí supera su condición de aderezo agradable de la vida. Y como no podía ser menos, en el horizonte de todos esa enajenación que hunde o eleva, el amor, con su carga de ilusión, desasosiego y fracaso.
Muy atrás en el tiempo, una historia de abandono del hijo en el altar de lo conveniente, se entrelaza con la que ocupa el primer plano del escenario, que transcurre en 1946.
Al fondo, una naturaleza que ofrece sus arcos y sus bóvedas boscosas y, pacientemente, espera nuestra llegada.