Paulatinamente, aun cuando persevera firme en su obligación de sacar adelante su trabajo de detective privado, Cipriano va cayendo en un estado depresivo incontrolable. Como la insistencia de la prensa sobre la necesidad perentoria de la guerra continúa siendo insoportable, Cipriano se va recluyendo en sí mismo, hasta terminar encerrado en el piso, con solamente el tema espacial dentro de su marco de su marco de interés vital.