Cuántos de nosotros tratamos de romper la rutina de nuestros pequeños mundos familiares, tranquilizadores y conocidos, tan tremendamente aburridos. Quisiéramos echarnos a la calle, mirar a los ojos de todas las mujeres o de todos los hombres; en fin, buscar a quien nos saque del tedio, cueste lo que cueste. Agosta, la protagonista de este diarios, sabe lo que hay que escribir, ella habla alto y muy claro; cuenta con desparpajo su vida sexual.
Sabe que hoy, buen parte de la poesía está en las páginas de contacto de los periódicos locales, sabe que lo que vale es el sexo y que no se puede concebir la vida sin una dosis diaria de sexualidad. Lo cierto es que oyendo la voz grave de Agosta dan ganas, aunque sea muy peligroso, de salir a buscarla. Pero con Agosta tienes que tener mucho cuidado, porque el suyo es un amor si arrumacos ni zalamerías, que se rebela contra lo establecido; el suyo es un amor que exige guerreros y no pusilánimes incapaces de defender sus sentimientos. Amores negros, querido lector, amores negros como la poderosa fuerza de la realidad.