Propone una reflexión sobre la condición insular a través del tema del doble y mediante el recurso de cartas cruzadas. Los personajes, siendo dos y diferentes, no dejan de ser el mismo: haz y envés, anverso y reverso, el reflejo que opone a la imagen el espejo. Siendo personajes, máscaras, por momentos adquirirán identidad propia; entonces se preguntarán por sí mismos y por el deseo secreto que los convirtió en voces, en apariencias sobre un escenario. En un tiempo circular, vuelto sobre su origen, siempre recomenzándose, el mar, la isla es una presencia incesante y real que domina todo cuanto ocurre y todo cuanto se oculta.