Aventuras, tragedias, pasiones, asesinatos, mentiras, descubrimientos increíbles, la magia de la música y una naturaleza extrema configuran una gran metáfora sobre lo que creemos saber sobre el pasado y el presente, pero cuyos acontecimientos más relevantes y sus causas nos resultan desconocidos. Esta ignorancia compartida condiciona la vida de unos personajes de diferentes épocas, que transitan por las páginas del libro y de una realidad que nada tiene que ver con su forma de entender el mundo que les rodea, generando prejuicios que se van transmitiendo de generación en generación hasta comprometer su propia supervivencia. La novela se articula a modo de puzle, en el que cada párrafo conforma una valiosa pieza para poder apreciar tanto el paisaje inventado como el auténtico y como el primero llega a condicionar al segundo, no sólo en el ámbito humano, sino también en el material. La acción se desarrolla en un momento indefinido del espacio-tiempo, en el que una sociedad decide afrontar nuevos retos y definir los límites de su entorno. Pero nada sale como se planifica, ni como se desea. Para los diálogos, el autor ha utilizado la riqueza expresiva de la lengua guanche, con la que trata de ejemplificar cómo una herramienta del pasado puede ser perfectamente válida para el progreso de cualquier sociedad en el futuro.