En esta obra el autor expone sus vivencias, primero como estudiante de paso en La Laguna, y después hasta finalizar los estudios en la Universidad de Salamanca de los años sesenta. Aunque la narración tiene un inevitable carácter autobiográfico, en el fondo late el interés del auto por mostrar cómo era la vida estudiantil una década antes del advenimiento de la democracia. Sin dejar de reconocer la influencia de la política en las aulas, reivindica la sólida formación recibida durante aquellos años. Hace para ello un recorrido por sus vivencias en las pensiones salmantinas, así como una somera descripción de las clases recibidas en las aulas de <<piedras doradas>>. También presenta distintos aspectos de la vida fuera de las aulas, tales como el teatro leído, la poesía y la vida de la ciudad. Es destacable la impregnación de la singularidad isleña que muestra toda la obra.