En Dromedaria City nos afanamos en cosas inútiles, por regla general, banales, como sacudirle los pelos de gato a los abrigos en invierno (casi todos los habitantes de la isla conviven con gatos); también hay mujeres diminutas que tejen la espuma de las olas, otras asisten al último estertor de los ahogados. En Isla Dromedaria el tiempo sin sombrero acapara todo el sol de la tarde y la isla aloja a todos los naúfragos salvados por sirenas; todos ellos la vieron desde el mar recostada y misteriosa sobre la línea del horizonte, silenciosa y quieta como un monstruo dormido.