El autor nos ofrece en esta obra un acercamiento a la historia de la conflictividad rural en las Islas Canarias en los siglos XVIII y XIX, desde un doble prisma. Por un lado, trata de hacer un recorrido por las perspectivas teóricas predominantes hasta el momento en este ámbito de investigación. Por otro lado, realiza una aproximación al estudio empírico de algunos casos concretos de conflictos en el campo canario, intentando aplicar aquellas herramientas teóricas aún no exploradas por anteriores investigaciones.
El foco de atención del investigador se ha trasladado desde el estudio de los niveles de vida y del conflicto de clases hacia los imaginarios sociales y las interpretaciones de la realidad de los mismos campesinos. Así, aparecen ante nuestros ojos nuevas identidades rurales que no están necesariamente determinadas por la posición social, sino que aparecen ligadas a otras nociones como la de pertenencia a un lugar, las relaciones de reciprocidad o ciertas visiones comunitarias del cuerpo social. Se obtiene una interpretación del conflicto rural basada en la manera en la que los vecinos percibieron e hicieron significativo el mundo que les rodeaba.