La llegada de Verónica trastorna su apacible discurrir, pues su juventud y preparación contrastan con el estancamiento en que él se encuentra anclado. Lo grave de la situación para este hombre, en edad crítica, es el atractivo físico de la muchacha, que lo dejó atónito y lo tiene nervioso, aguantando, a duras penas, su ímpetu sexual. Su cuñado y su hermana, con quienes vive, lo mismo que Verónica, soportan con resignación su jaqueca. Joaquina, su novia, bromea y aun se irrita con sus cosas; aunque poco se ven ya. Sandra, amiga de Joaquina, al final acompaña a Verónica, después que conocieran a Jean François y su amigo Humberto, en el bar de Agapito, situado en el entorno de Fulham Broadway, donde todos coinciden alguna vez. Pero Expedito, obsesionado con la hermosura de Verónica, intenta gozarla, una tarde que ella deja abierta la puerta del baño y él, asombrado, la ve en su piel.