Desesperado, el alcalde parte hacia La Laguna y pide ayuda al Tribunal del Santo Oficio. Sin embargo, al final será un vulgar alguacil el encargado de investigar el supuesto caso de vampirismo: don Juanito Pingarrón. Durante su estancia en La Puñeta, el vampiro vuelve a hacer de las suyas, desbaratando la burlona incredulidad del alguacil. Y aunque su misión se limita a recabar información entre los lugareños, finalmente se decidirá a ayudarlos a cazar al vampiro; si bien por un par de causas que nada tienen de noble... El vampiro de La Puñeta es un cuento de fantasmas muy en la línea de La Leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving, y Los elixires del diablo, de E. T. A. Hoffmann, en el que el misterio y el humor se mezclan a veces con un erotismo que se pasa un tanto de castaño oscuro.