Puede decirse que la conexión de Canarias con los mercados europeos está implícita en el propio «redescubrimiento» del Archipiélago en el siglo XIV. El comercio fue la primera actividad desarrollada por los europeos en las Islas; a la vez que las conquistaban exportaban sus productos, entre ellos sus propios moradores. Conquistadas las Islas, explotadas sus tierras, impuestos los primeros cultivos, llegaron a ellas mercaderes y negociantes, responsables inmediatos de las transacciones mercantiles. Así se engarzó el Archipiélago en la corriente mercantilista europea del siglo XVI. Este trabajo, revisado y ampliado por el profesor Lobo Cabrera con un capítulo dedicado al comercio en tiempos de Carlos I, es fundamental para la comprensión de la corriente comercial desarrollada entre Canarias –con especial atención a la isla de Gran Canaria y su capital– y Europa a lo largo del siglo XVI, sobre todo durante su segunda mitad, así como para el conocimiento de sus instrumentos y agentes.