Esta es una novela que no lo parece. Es más bien como si una amiga te contara al oído sus confidencias más tristes, y también las más alegres, sus amores y sus desamores, la sensación de victoria cuando has ganado una dura pelea, y la de fracaso cuando la pierdes, ese deseo de recuperar el amor y la firme convicción de mantener la esperanza. Siempre la esperanza. Y entonces te das cuenta que sí estás leyendo una novela, porque las buenas novelas, como la vida, tienen siempre ese sabor agridulce, alegre, y triste que nos emociona.