El Teide, en tanto que «mito geográfico», ha sido objeto de una muy abundante producción poética. No obstante, el presente romance, escrito por Juan de la Puerta Canseco en 1854, es un texto singular, pues no tenemos constancia de la existencia de otras composiciones que en esa época relaten en verso una expedición al Pico de Tenerife, visitado por diversos viajeros y estudiosos, pero raramente por expedicionarios locales. Esta composición destaca, además, por sus inapreciables detalles de valor etnográfico, más allá de la simple recreación lírica del paisaje. Sus observaciones de carácter social y costumbrista, no exentas, en ciertos casos, de tintes irónicos y de la jovial alegría que acompaña en todo momento a los expedicionarios, resultan de gran interés tanto para el lector que sólo busca recrearse, como para el minucioso investigador de las leyendas orales vigentes en el siglo XIX.