La literatura canaria es la realizada por canarios, de nación esencialmente –ahí están los trabajos de Yolanda Arencibia y demás, así como las antologías– y de asunción y crianza muy parcamente –como ocurre con Pedro Lezcano o Manuel Padorno. (Nikos Kasantzaki escribió sus novelas en francés y es escritor griego-cretense). Sor Juana Inés de la Cruz hoy es escritora mexicana; cuando publicó era escritora española de la colonia.
La duda o el cuestionamiento surge porque se nos considera parte –y no posesión colonial– de España, porque se nos considera una entidad sin esencia propia distintiva tan sólo una especie de adherencia ocasional. Al igual ocurrió con, por ejemplo, Irlanda: cuyos autores eran considerados ingleses -como pasó con Swiff o Joyce.
Pero sí: somos autores canarios porque nuestra naturaleza humana es canaria –sometida al poderío español–, y distinta, tan distinta como la cubana o la colombiana, de la española. Nadie dirá que la literatura norteamericana o australiana o irlandesa es británica o inglesa porque sus autores usan el idioma inglés. Es cuestión de sometimiento o soberanía política.
Cuando seamos una nación soberana, este cuestionamiento no existirá. Lo extraordinario es que, pese a no ser una Patria soberana y estar plenamente ninguneada, tengamos una Literatura tan distintiva y valiosa (reconocida así por bastantes estudiosos, inclu-yendo españoles, y pese a estar prácticamente vetada en los planes de estudios, principalmente los universitarios).