No hace tanto en las cafeterías de los centros escolares e institutos, en las salas de profesores y en los departamentos se discutía de política, de literatura, de cine, de música; había intercambio de revistas y de libros. Había tiempo y ánimo para ello y se consideraba natural que personas universitarias, preparadas y cultas, confrontaran sus opiniones. No era extraño que los profesores de filosofía hablaran de filosofía o que los profesores de historia hablaran de política y los de literatura de libros. Incluso los profesores de griego podían hablar de filosofía y los de dibujo de poesía. Hoy podemos decir que esa situación ha dejado de darse. Sin entrar en las causas de este empobrecimiento cultural, afortunadamente existen todavía enseñantes que desarrollan una actividad intelectual propia y en cierto modo, inherente a la práctica docente.
La obra que presentamos es el resultado del modesto proyecto compartido por un grupo de profesores: presentar cada lunes un brevísimo cuento de, exactamente, cien palabras. Durante dos años, cada semana, una representación de los autores se reunía a la hora del recreo en el Departamento de Filosofía del I.E.S Las Veredillas de Santa Cruz de Tenerife para leer sus relatos. Cada lunes elegían una palabra al azar en el diccionario y adoptaban el compromiso de buscar noventa y nueve palabras más que dieran sentido a esa primera. Así se ha construido este libro: las palabras que encabezan los cuentos, ahora ordenadas alfabéticamente, son aquellas que los lunes extraían de un pequeño diccionario de tapas flexibles.