Isabel, una adolescente que, convencida de que ha sido olvidada por Alberto, inicia una vida errática que la lleva a experimentar momentos de un dramatismo impensable.
Su vagarosa existencia se prolonga a lo largo de quince años y, al fin, se ve interrumpida por la promesa dada a su madre, ante la insistencia de ésta porque asista a la celebración del inminente cumpleaños de la abuela Dolores, columna vertebral de toda la familia. El regreso al hogar le provoca un sabor agridulce. Allí, donde vio la luz por primera vez, descubre también cómo, debido a su empecinamiento y a la falta de comunicación, había perdido los que debieron ser los mejores años de su vida.