Lisboa, 1570. Una flota de siete galeones se hace a la mar con destino al Brasil llevando a bordo a ochenta jesuitas. Al frente de dicha escuadra va el «SANTIAGO» comandado por el capitán Custodio Zarco con un claro compromiso hecho ante el rey de Portugal. Será la inmensidad del océano quien cruce en su destino al despiadado corsario francés Jacques de Sores, dando lugar a uno de los episodios más aciago y funesto de la Compañía de Jesús y que desembocaría en el martirio del padre Ignacio de Azevedo y de sus compañeros en las costas de la isla de la Palma.
Lisboa, La Habana, Madeira configuran esta odisea que concluye en la Palma con un final histórico ya conocido, pero más allá de este, hay otro final, totalmente inesperado y es que no todo quedó dicho ni todo fue culminado aquella mañana del 15 de julio de 1570 en las costas palmeras.