Los autores de la recopilación retroceden en la historia para reseñar lo más señero del hecho educativo, entendiendo que el pasado que se conserva pervive en el presente, y para dar cuenta de cómo, en sus comienzos, la instrucción primaria estaba confiada a las órdenes religiosas, dominicos y franciscanos, con algunas excepciones para los hijos de las personas pudientes, cosa que fue así hasta el siglo XVIII, pero que cambió en el XIX, con nuevos aires de libertad que trajeron modernidad y progreso. En este proceso modernizador, la escuela lancasteriana, el Colegio de Santa Catalina, el Instituto de la Calle Real, la Academia Pérez Galdós, La Cosmológica, La Investigadora, el Teatro Terpsícore y Melpómene, el Circo de Marte y sobre todo el ánemos o animus del dios Boréas jugaron un papel importante.