Parece ser un libro para niños. (Bautizarlo fue difícil). En una isla canaria la lluvia impide la excursión a una granja. Marcelo (otrora maestro), propone un paseo imaginario, evocando su infancia entre cultivos y animales. De Cienrosas emigró por la guerra. Preguntas y respuestas conmueven cual llamamiento a la reflexión sobre temas candentes. A media mañana la duda de Pedrito suscita un giro. La clase pasa a la práctica. Los «niños» aprenden cómo salvar al planeta. Serán los más afectados por el desastre emanado del egoísmo humano con el absurdo apoyo –por omisión– de todos. Marcelo y el narrador, proponen sean los niños quienes eduquen a los adultos, enseñándoles a pensar en ellos. Será difícil hallar una inquietud no recogida aquí de una manera única y amena, donde se combinan y enfrentan –entre risas y lágrimas– historias, dudas, ideas, teorías, destrezas y educación cívica. Para nutrir el alma de «niños» de 9 a 99 años. Por un planeta similar al día anterior a nuestra presencia en sus ríos, costas y bosques.