Paisaje interior del ser es la razón poética de Isa Guerra, que se diluye en los otros porque está en ellos. La suya es una poesía que simultanea la introspección y esa otra mirada al mundo de los errores humanos. Las olas de la vida, que es un mar de leva, mueve sus versos: columnas donde discurren sentimientos, miradas, lugares de encuentro, crítica al poder, solidaridad con la condición femenina humillada por los prejuicios, y una ternura dosificada para sobrellevar el hecho de estar en un mundo de indiferencia donde los versos entrarán como alfileres en la piel de la realidad que nos toca vivir para que el lenguaje poético suture esa gota de sangre que deja la vida como recompensa.
La poesía de Irma Arriola es abierta y descarnadamente social, como bien señala su Introducción. El ser humano, hostigado por la indiferencia y el rechazo de los poderosos es la diana de sus versos. Evidentemente el mundo debe ser revisado, las personas respetadas en su derecho a la dignidad, la mujer liberada de su servidumbre carnal mercenaria, el desamor y el egoísmo anulados, la hipocresía y la corrupción denunciadas, la violencia de género castigada, la homofobia superada por la realidad de la diferencia de opciones sexuales. A Irma, como a Isa, le duele la condición humana degradada y lo expresa de modo contundente. El amor es la gran enseñanza, la asignatura pendiente, la suprema medicina. Sólo el amor con su fuerza / nos vuelve tan inocentes –cantaba Violeta Parra.