Con grandes dosis de intensidad en el amor, en la amistad, en el dramatismo, en la incertidumbre, en el sexo y en el enigma, el autor capta la atención del lector sin utilizar suspenses artificiales, en un relato sin solución de continuidad, en el que si algo ha de suceder, sucede inmediatamente. El cosmos de se construye, más que Salacot con la sensibilidad de la ciencia ficción, con la del realismo mágico. Jonás Meneses, conocedor de la potente disciplina de la Física por su formación académica, juega con las teorías avanzadas en las que tienen cabida los agujeros de gusano como posibilidad teórica para conectar el universo, sorteando el límite impuesto por la velocidad de la luz. Conectará así diversos puntos del planeta, entre ellos, Gáldar y el corazón de África y, en ese cosmos, Samuel –el personaje principal– desarrollará su experiencia vital más allá del espacio-tiempo clásico, habitando en el presente y en el mito ancestral de la tribu. Podría fundamentar un impactante guion cinematográfico.