Ellas cuentan, para que podamos gozar de los placeres de la lectura; nos introducen en una multiplicidad de sucesos y una muy variada forma de afrontarlos; ellas cuentan y ponen el énfasis en determinados momentos, y dejan que la imaginación del lector termine de componer los detalles.
Ana Beltrán, con el cuidado lenguaje que imprime a su obra, y con la sensibilidad y el exquisito gusto con que trata los temas rurales, nos deja en cada uno de sus cuentos el regusto para querer seguir leyendo más.
Paquita Fernández, maestra del relato, nos detalla pausadamente historias impecablemente construidas sobre esa base sólida que solo tienen los buenos escritores, logrando que el lector se sumerja en el mundo creado por ella.
Nuria Neida, con su espontaneidad, sus temas cotidianos y sus sorprendentes finales, consigue que sus relatos sean una verdadera delicia, pues es experta en esa fina ironía que caracteriza a los amantes del lenguaje.
Gloria Atar, de desbordante imaginación e intuición, dueña de múltiples paisajes, teje sus historias sin prejuicios y va hilvanando sus cuentos con la pasión de los que tienen mucho que decir.
Carmen Toral maneja un estilo desenfadado, un soplo de aire fresco; sabe viajar, sin perderse, por un mundo de fantasía tan real como la vida misma. Sus personajes, a veces divertidos y a veces trágicos, siempre originales, no dejan nunca indiferente al lector.