Sin amaneramientos tipificados, con palabras al uso en construcciones libres que pueden parecer farragosas pues se cimentan en cintas corredoras y por ello se repiten o se distancian para encontrarse de nuevo, Aman Cala insiste en rondar lo pretendido y circunscribirlo para lograr la evocación deseada.
Las palabras reinciden en sí mismas hasta deformarse e invitarnos a participar de su inconsistencia; actúan como obertura a una, de seguro, vehemente ópera dodecafónica y arrítmica, pues algo de esto alberga todo lo que somos.