El tiempo vuelve a desempeñar un papel importante en este libro, ya que su paso inexorable condiciona, necesariamente, la forma de ver y experimentar el mundo, lo que lleva al poeta a sacar sus propias conclusiones, a las que convierte en aforismos, que, a veces, preceden al poema y otras lo concluyen.
Otro elemento fundamental es la memoria, que va seleccionando aquello que realmente deja huella en nuestro diario transcurrir, y para ello, como en su libro anterior, Julio Gil Roldán se vale de un tú, la mayoría de las veces alter ego del autor, para establecer un diálogo en el que las emociones, las experiencias y la reflexión sobre esas experiencias, van a ser los ejes sobre los que gire esta Autogeografía.