El presente ensayo pretende poner de relieve que Ortega, a despecho de lo que pudiera hacer pensar la retórica radical con la que se expresa en alguno de sus escritos, es el más ilustre representante en nuestro país de un pensamiento político que pretende una renovación profunda del discurso liberal. Por ello su posicionamiento político no está reñido, antes al contrario, con la plena asimilación de la necesidad de poner en marcha cambios profundos en las estructuras políticas y económicas de la España de su época. Se trata de un pensamiento que busca sin cesar equilibrios entre los grandes focos de tensión que van cristalizando durante aquellos años, siento el suyo un liberalismo de nuevo cuño, del cual es él uno de los escasos representantes en la cultura política del momento. Su fracaso a la hora de materializar sus ideas representa, no tanto una derrota personal, cuanto el sombrío preludio del fracaso de la sociedad española en su marcha hacia la modernización, que quedará expresado de la forma más dramática inimaginable en la guerra civil.