El cernícalo, ahora en su segunda edición revisada, supuso en su día un paso importante en la trayectoria novelística de Antolín Dávila, la cual se vio luego apuntalada con títulos como La calle de la Concordia, El roble del olvido, Alguien cabalga sobre su seno y Una rosa en la penumbra. Estamos ante una novela donde el autor nos transmite un paradigma de la idiosincrasia del pueblo canario, tan sujeta a una reveladora endogamia como a su geografía, donde se confunden y superponen las actitudes y la naturaleza. Aunque no deja de ser esta última, en gran medida, la espada de Damocles que condiciona el devenir de sus habitantes, en un marco estrecho donde imperan las miserias y mezquindades, también las bondades llegado el caso, como se plasman con realismo a lo largo de la obra. Nos encontramos, al fin, con una historia donde Antolín Dávila, con maestría, desarrolla una trama que no permite resuello en su lectura hasta el punto y final, dando lugar a una novela que ha de quedar en los anales de la literatura canaria como la evidencia de cuánto el medio físico influye en la forma de ser y desenvolverse de los isleños.