Escribir desde el sobrado es lo que ha hecho Calero: su lectura refresca en verano y estira la vista de las cosas en el invierno. Mantenidos por el horizonte marino o por una masa de nubes que cambia a cada rato, subirnos hasta el sobrado puede despertar en nosotros las ganas de evocar recuerdos deformados por el tiempo, invocar palabras que leemos en otros autores, poemas que describen el origen de la vida, y filósofos que se entrenan en la ataraxia helénica, que es una estrategia que viene bien con el fin de lograr la imperturbabilidad de ánimo, si uno decide implicarse en la actualidad hasta la extenuación.