Hacia el final de la Tercera Guerra Púnica, un oficial cartaginés, es hecho esclavo por los romanos tras la destrucción de Cartago. Dolido y triste por la pérdida de su ciudad, él hubiera preferido la muerte, pero los romanos lo castigan con la humillación de seguir vivo.
Asdrúbal no se adapta a la esclavitud bajo el yugo romano, pues es demasiado orgulloso y termina por rebelarse contra sus amos. Aun sigue buscando la muerte
Pero nuevamente los romanos le obligan a vivir. Así, los exilian a unas islas situadas más allá de las Columnas de Hércules, llamadas Fortunatae Insulae. En aquel lugar Asdrúbal encuentra gentes que lo acogen de buena gana. Son personas de aspecto primitivo, vestidas con pieles, que no conocen los metales, pacíficas y que odian la sangre.