En este libro, basado en el estudio de numerosas fuentes documentales y bibliográficas, Manuel Hernández reconstruye la apasionante historia de esa región entre esos años de penuria y 1795. Un periodo en el que el Cibao y la Bahía de Samaná asisten a un proceso colonizador realizado fundamentalmente por familias canarias. Durante esa etapa, Santiago se convierte en una localidad de idéntica población que la capital y se fundan los centros portuarios de Samaná, Sabana de la Mar y Puerto Plata. A partir de esos momentos la región se caracterizaría por la explotación de la cabaña ganadera, base del poder económico de la elite, y por la agricultura del tabaco de pequeños cultivadores, así como por un amplio tráfico mercantil con el Santo Domingo francés, que sería el motor de la región.