Esta novela es, en apariencia, la historia de un hombre, Jou, ese joven malgache que en los primeros episodios sufre el frío e imprevisto abandono de Anne, abriendo de par en par la caja de sus pasiones y el tremendo vacío de pérdida de identidad. Él es el protagonista, pero él será también el hilo conductor que nos acerque, con sus viajes y sus encuentros amorosos, a otros personajes de esta historia, densos e interesantes como Sandrine, convencionales y mentalmente planos como Robert, calculadores y heridos como Anne. La galería es amplia, pero sobre todo es profunda, porque quien narra los acontecimientos tiene una habilidad extraordinaria para indagar y describir la complejidad de sus estados emocionales, para penetrar en las salas luminosas u oscuras de sus estancias psicológicas y para desgranar, a lo largo de la novela, toda suerte de jugosas reflexiones o pensamientos. Hay mucho que celebrar en Malgache y argumentos varios para recibir a Elena no como un joven valor de nuestras letras, sino como una voz consolidada y talentosa destinada a dejar huella en la cultura insular.