Inmune en el altozano, pues ha sabido hermanarse con las incertidumbres, dominar las zozobras y renacer de sucesivas devastaciones, se alza La Casa de los Picos. Construida por un organista, han habitado sus estancias personajes deslumbrantes cuyas historias nos transportan a otras épocas: Mosén Rocafort, el ilustrado Andrade, Chandrú el hindú, Madame Odile y sus encantadoras damiselas, los traviesos obispos de la Iglesia Cubana y todos los que entraron y salieron por sus siglos viviendo los avatares, las querellas y las insidias con corazón saltarín; los que se hicieron adultos entre sus luces y sus sombras. Símbolo de la condición humana, La Casa de los Picos acuchilla el cielo de la adversidad con su perfil de sueños y memorias.