Los años finales del siglo XVII y el XVIII, hasta la firma del Tratado de Basilea (1795), se caracterizan por ser una etapa de considerable crecimiento económico de demográfico en la parte oriental de La Española. Hasta esas fechas sólo existía un único pueblo estable, Azua. Pero, a partir de la consolidación de Bánica, la constitución de nuevos asentamientos, con habitantes de los alrededores y con familias procedentes de Canarias, se intensifica en la misma medida que progresa el tráfico de esa región, convertida en centro ganadero y de intermediación, con la economía de plantación azucarera del Santo Domingo francés. Manuel Hernández González, a partir de un amplio abanico de fuentes (españolas, cubanas y dominicanas), estudia el proceso de fundación y consolidación de esas comunidades de procedencia canaria a lo largo de la zona fronteriza, mucho mayor que la actual, que abarca desde el puerto norteño de Montecristi hasta la sureña Neiba.