Los lugares verdaderos, los auténticos, los que de verdad nos interesan o significan algo especial, en realidad no están en los mapas tradicionales, los de papel, sino en el corazón, en los recuerdos, en los sentimientos… Y por eso la memoria, las emociones, son como mapas de cristal transparente donde se guardan muchas cosas que, al mirar, no se ven, pero que existen y son verdaderas. Cosas que son importantes y necesarias, como la imaginación, la fantasía, los mitos, las leyendas… todo eso que hace de la literatura un lugar prodigioso, capaz de sorprendernos y de hacer que veamos la realidad con una mirada nueva, más rica, más intensa y se podría decir que más profunda. Tan dulce como su propio título.