Cuando las leyes las hacen esta y otra variada gente, y las hacen cumplir sobre tu corazón, es posible pensar: «¿Qué haría yo si fuera diablo?» Y puede parecer una transformación liberadora y en cierto modo grandiosa. Mejor aún que introducirse en un desierto de espantapájaros y perderse detrás del primer paisaje. El protagonista de esta novela siente una emotiva presión en sus entrañas ante las innumerables, infinitas posibilidades. Puede que al principio se conforme con sentarse en lo algo de una muy elevada montaña y estar un par de siglos; hasta la destrucción del matemático pasar del tiempo, hasta la purificación, mientras el viento mueve las hierbas.
Puedes echarte de espaldas a tierra y ver cómo pasan las nubes, cómo brillan las estrellas. Ser, en ese planeta, el único centro de un Universo en el que los días se sucederán apacibles e infinitos. Nadie podrá intentar aconsejarte, porque no hay nadie.